TDC NUTRICIÓN

Health Education by TONI DURÁN

Por Belén Vidal

Cuando digo que soy dietista- nutricionista realmente no sé si la gente sabe realmente lo que es. Tal vez piensan en una persona aburrida que hace dietas para adelgazar, que te dice que comas lechuga en vez de hamburguesa, que te tomes una manzana de postre en vez de un bollo, la que te va a dar un papelito donde diga qué comer para quitarte esos kilitos de más porque el verano está a la vuelta de la esquina. Pero, eso lo puede hacer cualquiera, ¿no?

La respuesta es simple y creo que estarás de acuerdo conmigo. Y sí, eso lo puede hacer cualquiera. No se necesita ningún tipo de formación para saber que la fruta y la verdura son más saludables que un bollo cargado de azúcares y grasas. Por eso la pregunta que nos debemos hacer es ¿Qué hace un dietista-nutricionista? Si acertamos esa pregunta podremos ver que nada tiene que ver con lo anterior y que el papel del dietista- nutricionista no lo puede hacer cualquiera.


Este error de concepto puede parecer insignificante, pero la realidad es que nos puede salir muy caro puesto que está en juego nuestra salud. Y es que esta imagen distorsionada del dietista- nutricionista la utilizan muchos para hacer su negocio, y no sólo hablo de empresas que venden batidos y barritas “milagrosas”, sino también de personal sanitario de otras áreas, porque ya sabemos que de nutrición sabe todo el mundo, nótese la ironía.


Para hablar de intrusismo laboral primero tenemos que saber qué es y la Real Academia Española (RAE) lo define como el “Ejercicio de actividades profesionales por persona no autorizada para ello”. Con esta definición podemos pensar que un médico/a, enfermero/a, entrenador/a deportivo, etc. está autorizado y que una enfermera nos dé un papel que tenga por título Dieta de X Kcal no es intrusismo laboral o que el entrenador de mi gimnasio me hable de nutrición y me diga que coma esto y lo otro no es intrusismo laboral, pero esto no es así.

Para saber qué personas están autorizadas para ejercer la nutrición basta con irnos a la Ley de ordenación de profesiones sanitarias 44/2003 que dice <los Diplomados universitarios en Nutrición Humana y Dietética desarrollan actividades orientadas a la alimentación de la persona o de grupos de personas adecuadas a las necesidades fisiológicas y, en su caso, patológicas de las mismas, y de acuerdo con los principios de prevención y salud pública>.

Por lo que, si te quieres asegurar que la persona que está tratando tu alimentación está autorizada para ello, pídele el título de diplomado/graduado en Nutrición Humana y Dietética o el título de Técnico Superior en Dietética y Nutrición.


Esas actividades a las que hace referencia la ley no están basadas en la típica dieta de cajón que parece que sirve para todo el mundo, o en los consejitos que a día de hoy se siguen escuchando como “haz cinco comidas al día”, “el desayuno es la comida más importante”, “si comes más de dos huevos a la semana te va a subir el colesterol”. No, esa no es la labor de un dietista- nutricionista. Una palabra clave en nuestro trabajo es individualizar, personalizar, por eso muchas veces contestamos con un depende a cuestiones que nos hace la gente. A mí me han llegado a decir que “Vaya una nutricionista” por responder con un depende. Y es que en nutrición todo depende del contexto de cada uno, porque lo que te sirve a ti no le sirve a tu vecina, y lo que le sirve a tu vecina no le sirve a tu amigo. Lo que conseguimos al individualizar tratamientos es la adherencia al mismo, es decir, que esos buenos hábitos que has conseguido con esfuerzo y todo lo que has aprendido sobre comer de forma saludable no tengan fecha de caducidad y se consigan los objetivos de forma correcta, tanto física como mentalmente. Esto puede parecer una tontería, pero es lo que marca la diferencia entre el éxito y el fracaso, entre la salud y el perjuicio.

Aunque eso de nutrición personalizada suena muy bonito, a la población le gusta ir por la vía rápida y sencilla, como pueden ser esos batidos “milagrosos” que te hacen perder 10Kg en 2 semanas sin esfuerzo o los retos de pierde peso en 30 días de las revistas, pero… qué pasa con las patologías y los déficits nutricionales, qué ocurre con la adherencia al tratamiento, la educación nutricional y el cambio saludable de hábitos, qué hacemos con el estado de ánimo y la ansiedad, qué pasa con el <<<me han dicho que coma fruta pero no me gusta>, con la saciedad y el hambre emocional. Un intruso laboral no se va a preocupar de todo esto porque no es consciente de todo lo que implica la nutrición y la dietética, y es que es mucho más que comer, y esa falta de conocimiento sólo puede ser perjudicial.


Todo esto puede parecer muy lógico porque a nadie se le ocurre ir a un abogado a que le empaste una muela, ni quiere que un fontanero le opere del corazón, ni que un cartero haga los planos de su nueva casa, o nadie su subiría a un avión pilotado por una maestra. Pero en el caso de los dietistas- nutricionistas no es así. Nos encontramos revistas del corazón con “consejos” para tener un cuerpo 10, proclamando mitos que nada tienen que ver con la evidencia científica, influencers en las redes sociales recomendando barbaridades que sus miles de seguidores se creen, cursos sin ningún tipo de aval que te prometen convertirte en el mejor nutricionista en unas horas, famosos escribiendo libros de consejos nutricionales porque es el tema de moda.


Si los dietistas- nutricionistas de verdad, los que podemos presumir de tener la titulación, denunciamos este intrusismo no es porque “nos estén quitando clientes”, la denuncia es porque es un problema de salud pública, porque los índices de obesidad no paran de subir, incluida la obesidad infantil, porque los números de chicas y también chicos con algún trastorno de conducta alimentaria, anorexia y bulimia principalmente, aumentan cada vez más y más rápido, y si hablamos de personas con patologías, no sólo digestivas también renales, oncológicas, cardiovasculares, el perjuicio puede ser aún mayor.

Cuando te preguntan tu profesión y dices que eres nutricionista te suelen decir que qué bien, que ese tema ahora tiene mucho tiro y todo súper genial, pero realmente esta bonita profesión está bastante castigada, y yo creo que es principalmente por ese error de concepto del que hemos hablado al principio, ya que en consulta un paciente nunca va a seguir tu consejo si el médico le ha dicho lo contrario aunque el experto seas tú, o como comer es algo tan general todos se van a creer más listos que nadie.


Voy a contar una pequeña anécdota que viví en mi primer año de carrera, y fue cuando me preguntaron, una de tantas veces, que qué estaba estudiando y yo ilusionada contesté que Nutrición Humana y Dietética, pero mi cara cambió al escuchar la respuesta de la otra persona que literalmente fue: << ¡Ah! ¿Pero eso es una carrera?>>. Creo que ese pequeño momento no se me olvidará nunca ya que hizo que me diera cuenta que este mundo no iba a ser tan fácil, por muy de moda que esté, y creo que uno de los culpables de que yo recibiera esa respuesta al comienzo de mi formación es ese maldito intrusismo laboral que mancha la gran laboral de salud que hacemos los dietistas- nutricionistas, porque no curaremos enfermedades, pero sí que prevenimos que la gente las tenga, ni salvaremos vidas, pero hacemos que esa vida sea larga y de calidad.


Confieso que yo era de las que pensaba que la nutrición era simplemente hacer una dieta, un menú o decirle al de enfrente que coma más fruta y menos patatas fritas, o que si el médico o enfermera decía X sobre alimentación no había discusión ninguna. Por eso te invito a que hagas una pequeña reflexión sobre a quién elegirías para guiarte en tu alimentación, ya sea por una patología o por querer llevar unos hábitos de vida saludable. Toda persona merece los mejores cuidados y eso sólo se consigue con las personas formadas y capacitadas para cada ámbito de esta vida.


Así que, ¿Qué eliges? ¿Salud o perjuicio?


BIBLIOGRAFÍA

AUTORA: M. Belén Vidal. Dietista-Nutricionista. Máster de Nutrición personalizada y comunitaria de la Universidad de Valencia.

Colaboración y Artículo creado como trabajo práctico del máster de Nutrición personalizada y comunitaria impartido en la clínica Universitaria de Nutrición, fisioterapia y Actividad Física (CUNAFF) de la Universidad de Valencia.

TDC NUTRICIÓN

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María tiene 4 peras y juan 5 manzanas, pero ¿se las comen?

Por Paula Rodríguez Guillot

Hasta hace poco, no se hablaba tanto de salud, de comer sano, de hacer deporte, de tomar muchas verduras y frutas, de innovar en la cocina con combinaciones de alimentos saludables, de hacer diferentes tipos de dietas, que si cetogénica, que si ayuno intermitente, que si dieta alta en proteína… Pero esta situación está dividida entre lo que se pone de moda y la intención real de ser más activo y saludable, es decir, de mejorar la calidad de vida para, principalmente, prevenir enfermedades.


Todo eso está muy bien, pero mientras los nuevos hábitos se difunden por redes sociales influyendo a personas con costumbres ya marcadas ¿existe una educación alimentaria implantada en colegios? ¿los niños aprenden a comer bien? Todos pasamos por una etapa de pequeños en la que todo el conocimiento que nos enseñan, de manera directa o indirecta, lo absorbemos y nos lo aplicamos sin esfuerzo. ¿Alguien les enseña a dirigir su propia alimentación y a despertarles interés real por ser activos en esta extraordinaria etapa?


Si nos enseñaran en el colegio la repercusión que tiene, tanto para bien como para mal, llevar un estilo de vida concreto y nos enseñaran a introducirnos y ser prácticos en el mundo de la alimentación, quizás, muchas menos personas tendrían problemas de obesidad u otras enfermedades en su edad adulta, es más, seguramente habría menos población infantil con ese problema.

En mi caso, cuando iba al colegio de pequeña lo que me enseñaban de alimentación era tan escaso que vagamente lo recuerdo. Era un apartado, de un tema, de una asignatura llamada Conocimiento del Medio, donde se enseñaba la alimentación saludable desde el trasfondo de la prevención de enfermedades y salud, todo muy general. No le daban, ni mucho menos, la importancia que hoy en día considero que tiene.


Actualmente, no tengo claro que se hayan hecho muchos más avances, lo que se seguro es que no se da con la profundidad que merece (1). Y aquí es donde entra otro ejemplo de alguien cercano a mí, más joven y sin ninguna formación en alimentación, ya que no se lo han enseñado en el colegio, mi hermana. Le han podido enseñar la pirámide alimenticia (puede que no la más actualizada de la SENC) la cual no muchos nutricionistas apoyan al 100% (yo incluida), pero poco más.
Ella es muy delgada pero sus hábitos no son lo más adecuados, y lo sabe, aun así, como no es realmente consciente de las repercusiones que puede tener en su edad adulta, prefiere seguir como hasta ahora, aunque no le afecte a su peso, de momento.

Ya no solo los niños que sufren de obesidad tienen un problema de salud, sino todos los niños que sigan una alimentación insana, llena de procesados, tanto dulces y bollería como platos preparados, que sus padres han tenido que comprar porque la sociedad no les deja tiempo ni para cocinar, aunque ese es otro tema muy extenso en el que no me voy a meter ahora.


Con el ejemplo anterior me estoy refiriendo a que muchos niños que aparentemente están sanos, porque su peso así lo indica, o incluso con bajo peso, es probable que tengan malos hábitos y nadie este haciendo nada para paliarlo, ya que pasan desapercibidos.
La ciencia de la nutrición avanza, pero paralelamente avanzan las innovaciones de la industria alimentaria, sacando productos y más productos (¡ojo!, que no solo han surgido alimentos procesados de mala calidad nutricional). Por eso, ahora más que nunca es necesario que los colegios sean los que pongan el primer grano de arena, que tomen el mando y que desde el primer año de formación de las personas se enseñe a cuidar de su propia salud, tomando decisiones correctas y teniendo un autocontrol sobre su estilo de vida en alimentación y actividad física.


Con ello evitamos principalmente el sufrimiento que las personas llegan a tener una vez enfermas y, además, el gasto a nivel económico dentro de la salud pública. Es decir, pasamos de hacer una prevención secundaria o terciaria a hacer una prevención primaria, trabajando desde el inicio y no arreglando los problemas una vez causados, que en mi opinión sería lo más inteligente.

Otro tema del que no he hablado, son los mitos, los mitos alimentarios. Es fácil que a una clase de un colegio lleguen los mismos mitos alimentarios que se escuchan en la población general, ya que los docentes, normalmente, no están suficientemente informados sobre nutrición (2). Como digo, es una ciencia relativamente nueva, y todavía no existe la asignatura de “Alimentación y Salud” implementada por un dietista-nutricionista, que sería lo ideal para hacer el tipo de prevención del que hablábamos, ya puestos a soñar.


Hay muchas maneras de poder aplicar una enseñanza más práctica y actualizada sobre alimentación saludable y, no solo con la teoría que se pueda leer de un libro durante un único día en todo el curso, acerca del tema. En primer lugar, eliminando herramientas como la pirámide alimenticia que existe actualmente, donde la base no deben ser hidratos de carbono sino verduras y frutas, y donde el consumo moderado de alcohol y bollería directamente no debería tener lugar en la guía (2).

Uno de los métodos que más me gusta es el uso del plato de Harvard. Consiste en dividir el plato en 3 secciones: la mitad del plato esta reservada para verduras y hortalizas, un cuarto para alimentos ricos en proteínas y el último cuarto para cereales. Además, se muestra el agua como la mejor bebida de acompañamiento y, como una buena opción de postre (ya fuera del plato): una ración de fruta o un lácteo.


Usar en un colegio este tipo de herramienta para explicar a los niños como debe ser un plato saludable y que cantidad y que tipo de alimento debe contener, sería un enorme paso para empezar este camino, desmintiendo mitos, llevándolo a la práctica en sus casas, incitándoles a aprender del mundo de la cocina y, sobre todo, intentando que junto a los padres consigamos cambiar hábitos.


¿Y tú que pondrías en la base de la pirámide? ¿A ti que te han enseñado?

BIBLIOGRAFÍA Y REFERENCIAS

  1. Educación alimentaria y nutricional | Alimentación y nutrición escolar | Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura [Internet]. [citado 8 de marzo de 2021]. Disponible en: http://www.fao.org/school-food/areas-work/based-food-nutrition-education/es/
  2. Educación alimentaria en los colegios: qué puede hacer el profesorado [Internet]. Hay plato encerrado. 2017 [citado 8 de marzo de 2021]. Disponible en: https://hayplatoencerrado.com/2017/08/13/educacion-alimentaria-en-los-colegios-que-puede-hacer-el-profesorado/

AUTORA: Paula Rodríguez Guillot. Dietista-Nutricionista. Alumna del Máster de Nutrición personalizada y comunitaria de la Universidad de Valencia.

Colaboración y Artículo creado como trabajo práctico del máster de Nutrición personalizada y comunitaria impartido en la clínica Universitaria de Nutrición, fisioterapia y Actividad Física (CUNAFF) de la Universidad de Valencia.

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Lo que comen las emociones
Por María Jiménez

¿Por qué comemos?
Muchos de vosotros me diréis que es una función vital, que es necesario para vivir, que gracias a ello obtenemos la energía necesaria para que nuestro organismo lleve a cabo sus funciones…
Pero… siempre que comemos, ¿realmente lo necesitamos?

En muchas ocasiones, el hambre que sentimos no es real, no es una necesidad fisiológica, si no que nuestra mente lo enmascara para hacer frente a diferentes emociones que en nuestro día a día se van generando. Seguramente, lo hayas experimentado a lo largo de tu vida en alguna ocasión, ¡sobre todo después de haber vivido una cuarentena! A esto se le denomina hambre emocional.
Existen diferencias importantes entre el hambre real y el hambre emocional, cada una destinada a diferentes fines, utilizadas en diferentes ocasiones y satisfaciendo necesidades dispares.


Una vez identificada qué tipo de hambre estamos experimentando, es importante saber por qué se produce. En la mayoría de los casos, el hambre emocional, intenta disfrazar los problemas que se generan y la solución que las personas (y sí, hablo en plural porque todos en algún momento de nuestra vida hemos pasado por esto) encontramos para sobrellevarlo, es la comida.
La comida nos genera de manera inmediata placer, por ello, es la forma más fácil que encontramos para regular nuestro estado de ánimo y para hacer frente a diferentes emociones. A esto lo denominamos antojo, lo que se define como los deseos subjetivos fuertes o intensos por consumir ciertos alimentos. Es importante saber que los antojos se pueden producir por dos tipos de estímulos, intrínsecos (o internos) como por ejemplo las emociones de las que tanto estamos hablando o extrínsecos (o externos) como la exposición repetida a alimentos a la que estamos sometidos día a día.

Pero esto, en ocasiones, puede conducir a una inadecuada regulación de las emociones, provocando una ingesta excesiva como remedio para intentar eliminar de nuestra cabeza esas emociones desagradables. Esto puede desencadenar en algunas personas un círculo vicioso, es decir, un estado emocional negativo que estimula la ingesta de alimentos, conllevando una sensación de bienestar temporal que en poco tiempo va a provocar malestar, culpabilidad, etc., volviendo al punto de partida.
Un punto muy importante es cuántos antojos nos dan y la intensidad de los mismos, ya que esto va a provocar que nos encontremos en mayor o menor medida dentro del círculo, es decir, cuanto más frecuentes e intensos sean, más nos vamos a introducir en el círculo vicioso y más nos va a costar salir. Asimismo, si estos se vuelven habituales, pueden afectar a la calidad de la alimentación y, como
consecuencia, puede conllevar efectos perjudiciales para la salud a largo plazo. Por lo que una manera de salir de este círculo es aprender a identificar los antojos y saber cómo lidiar con ellos.
Además, en personas con sobrepeso u obesidad, o, simplemente, personas que quieran perder peso, el hambre emocional, puede ocasionar un aumento de peso, consiguiendo una mayor insatisfacción con su físico y una disminución de su autoestima.

¿Y por qué nos da por consumir alimentos como un donuts y no alimentos como frutas?


No todos los alimentos presentan el mismo valor hedónico o lo que solemos llamar palatabilidad. ¿Qué quiere decir esto? Pues que dependiendo del tipo de alimento que consumamos, nuestro organismo va a desencadenar un placer diferente.
Esto va a depender en gran medida de las propiedades organolépticas del producto, es decir, de su sabor, olor, color y textura, lo que va a condicionar de manera significativa la elección de un producto respecto a otro.
Todo esto se consigue mediante el procesamiento de los alimentos. La adicción de sustancias como azúcares simples y grasas refinadas en grandes cantidades va a provocar que los alimentos sean más sabrosos, más apetitosos, más gratificantes, y, que, además, se conviertan en una prioridad en estos momentos de debilidad.


Además, hoy en día, en la sociedad en la que vivimos, nos vemos expuestos constantemente a alimentos no saludables a través de anuncios de comida rápida, en la televisión, redes sociales, vallas publicitarias… Esta provocación constante a la que nos enfrentamos a lo largo del día hace que sea aún más difícil resistirnos a su consumo, y, por tanto, en ciertos momentos podemos caer en su juego.

Y os preguntaréis, ¿Qué podemos hacer para luchar contra el hambre emocional?

Una vez hayamos sido capaces de distinguir el hambre real del hambre emocional, se pueden llevar a cabo una serie de acciones que nos permitan controlar estos episodios de antojos que pueden producirse en ciertos momentos.
Puede resultar de gran ayuda evitar una alimentación con gran cantidad de ultraprocesados (sí, esos productos de los que hemos hablado antes a los que le añaden ciertas sustancias para que nos gusten más sus propiedades y acabemos eligiéndolos), priorizando los alimentos naturales o evitar comer directamente del envase para saber realmente qué cantidades estamos consumiendo. Además, cocinar los platos que vamos a comer puede ser de gran ayuda porque nos permite tener el control sobre lo que comemos y también establecer horarios regulares de comida.

Es importante utilizar otras fuentes de placer alternativas a la comida, independientemente de que se trate del consumo de alimentos sanos o no, como leer, escribir, escuchar música, hacer ejercicio, jugar, etc., ¡hay demasiadas formas de disfrutar alejadas de la comida! Tenemos que ser conscientes de que no necesitamos comer, lo que necesitamos es atender nuestras emociones y pensamientos.
Pero si, aunque hayamos sido capaces de identificar el hambre emocional y sus causas, no podemos controlarla, siempre podemos contar con la ayuda de un equipo profesional para abordar conjuntamente la parte médica, nutricional y psicológica del problema. La figura de un psicólogo nos ayudará a identificar el porqué de los problemas y cómo resolverlos y, por otro lado, la figura de un dietista-nutricionista, que nos puede proporcionar las herramientas necesarias para poder desviar estos antojos hacia un comportamiento más sano e instaurar hábitos nutricionales saludables.

¿Y la próxima vez que sientas hambre emocional, tú qué harás? ¿Correr, escuchar música, ver un capítulo de tu serie favorita, llamar a un amigo o ponerte a saltar?

BIBLIOGRAFÍA

  1. Hernández M, Eguilaz R De, Martínez B, Aldabe DM, Almiron-roig E, Pérez-diez S, et al. Endocrinología , Diabetes y Nutrición Multisensory influence on eating
    behavior : Hedonic consumption ଝ. Endocrinol Diabetes y Nutr [Internet]. 2018;(xx). Available from: http://dx.doi.org/10.1016/j.endien.2018.03.003
  2. Myers CA, Martin CK, Apolzan JW. Food cravings and body weight : aconditioning response. 2018;25(5):298–302.
  3. Sun W, Kober H. Regulating Food Craving: From Mechanisms to Interventions. Physiol Behav [Internet]. 2020;112878. Available from: https://doi.org/10.1016/j.physbeh.2020.112878

AUTORA: María Jiménez. Dietista-Nutricionista. Alumna del Máster de Nutrición personalizada y comunitaria de la Universidad de Valencia.

Colaboración y Artículo creado como trabajo práctico del máster de Nutrición personalizada y comunitaria impartido en la clínica Universitaria de Nutrición, fisioterapia y Actividad Física (CUNAFF) de la Universidad de Valencia.

Artículo relacionado con https://tdcnutricion.net/2016/01/14/el-hambre-emocional-las-ganas-de-comer-cuando-tenemos-emociones-por-dietista-nutricionista-y-psicologo-ruben-mora-y-toni-duran/

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